La Biblia habla de Jesús como personaje principal, su persona y su obra, y es muy clara en decir que todo ha sicrfo creado mediante Él y para Él. No obstante, el tema principal, en Cristo, es el Reino de Dios. Jesús enfatizó sobre este tema en todo su ministerio en la tierra. Él vino a recuperar el Reino o reinado de Dios y deshacer las obras del maligno, para que Dios Padre vuelva a tener el dominio sobre toda la creación, por medio de la raza humana.
Dios creó todo el universo en el comienzo, y con ello creó también a Adán. Lo hizo a imagen y semejanza de Dios, y le dejó la labor de gobernar sobre todo lo creado, bajo la autoridad de Dios. Le dio la potestad de dar nombre a cada ser vivo, y eso en el contexto Hebreo no solo significa poner un nombre, sino también darle identidad o propósito.
Luego Dios creó también a la Mujer, para que gobernara juntamente con Adán sobre la creación. Ella sería la ayuda y complemento necesario para que Adán no gobernara solo.
Esa labor falló cuando el hombre le entregó el dominio de todo lo creado a Satanás, tras el pecado original, y desde entonces la tierra ha estado en un caos gobernado por la maldad, por Satanás el «príncipe de este mundo». Por supuesto sabemos que esto no tomó por sorpresa a Dios. Él, como Omnipotente, Omnipresente, y sobre todo, Todopoderoso, ha decretado todo, y desde antes de la fundación del mundo había decretado el plan redentor, para restaurar todo hacia su plan original, y consumado en gloria hacia el final del tiempo.
Dios le habló a su pueblo, Israel, el plan que tenía, y prometió por medio de profetas que pronto llegaría un Mesías, un salvador, a restaurar el Reino inicial, el cual ya no tendrá fin jamás.
Para hacerlo, debía ser restaurado por un ser humano, dado que el gobierno siempre fue pensado para la raza humana. Entonces Dios se despojó a sí mismo, y se hizo hombre, vino en carne, como un ser humano en Jesús.
Jesús hizo muchos milagros y maravillas, en cumplimiento de las profecías. Toda su obra fue hecha como un ser humano, no en su deidad, ya que se despojó a sí mismo. Hizo la obra en el poder del Espíritu Santo, bajo la autoridad y dirección del Padre. Jesús hizo y dijo todo lo que el Padre decía, y no hizo nada de su propia voluntad, como debió ser desde el principio con Adán y Eva.
Jesús venció a Satanás y a la muerte al morir y resucitar en la Cruz, luego ascendió y se sentó a la mano derecha de Dios Padre, en su trono, y desde ahí envió al Espíritu Santo, el consolador y ayudador prometido para su pueblo.
El Espíritu Santo le da poder a la raza humana, a los que creen en Jesús en fe, para que puedan hacer la misma obra que hizo Jesús y que puedan gobernar sobre la creación, siempre guiados por Dios Padre.
Jesús dijo que el hecho de que Él echa fuera a los demonios en el poder del Espíritu Santo no era otra cosa que el Reino de Dios se ha acercado y ha venido. También dijo que debemos orar por que se haga la voluntad o el reinado de Dios en la tierra como lo es en el cielo. Y desde entonces, tras Pentecostés, se nos ha dado autoridad y poder en el Espíritu Santo para ayudar a extender el Reino de Dios en la tierra.
Lo anterior no se completará hasta que vuelva Jesús en su segunda venida, pero mientras tanto tenemos un adelanto del siglo o la era venidera. Estamos viviendo en un intermedio, una intersección, entre este mundo malo, y el nuevo cielo y nueva tierra. Ese período y esa tensión es comúnmente llamada «El ya, pero todavía no».