En la Iglesia suele haber un desconocimiento de que realmente nos encontramos en una guerra espiritual. Muchos entienden que, al ser salvados por el sacrificio de Jesús, tenemos el “pase al cielo” asegurado, y entonces ya no hay nada de qué preocuparse. Lamentablemente ese pensamiento nos hace ser pasivos, débiles, y definitivamente poco útiles para el Reino de Dios.
Lo que Dios nos enseña explícitamente en Su Palabra es que estamos en medio de una guerra. Que nos enfrentamos a los espíritus, demonios, y potestades (efesios 6:12). Además, vemos en cosas tan “triviales” como tentaciones o luchas, que detrás de eso está involucrado Satanás. Por ejemplo Jesús le dijo a Pedro que Satanás lo había pedido para “zarandearlo” (Lucas 22:31), o vemos en el libro de Job, que Satanás estaba probando a Job (Job 1).
Dicho lo anterior, entonces hacemos muy bien en estar preparados para esa guerra espiritual. Se conscientes de que nos enfrentamos a fuerzas demoniacas, y que en Cristo somos vencedores. Que Jesús tiene todo poder y autoridad, y nos la entrega a nosotros, su cuerpo, por medio del Espíritu Santo (Mateo 28:18).
Veamos esta analogía: Cuando alguien pelea en un Ring, en el cuadrilátero, hay ciertas reglas que cada oponente debe cumplir. Sin embargo cuando se pelea en la calle, fuera del ring, no hay reglas, y cualquier golpe es permitido y válido. Tristemente muchos cristianos pelean la guerra espiritual fuera del ring, fuera de las normas o lineamientos que Dios nos ha dado en Su Palabra. Ese es el gran peligro que se corre. Irnos al otro extremo, ser demasiado activo de una manera no es bíblica.
Un ejemplo concreto (aunque no el único) es la lucha contra “Espíritus Territoriales”. En el libro de Daniel, capítulo 10, se puede ver claramente como el arcangel Gabriel tuvo que luchar contra un espíritu de Persia, para ir al encuentro de Daniel. Lo hizo durante 21 días, curiosamente los mismos 21 días que Daniel estuvo haciendo una especie de ayuno y oración.
Dios nunca nos ha enseñado que debemos orar y reprender espírirus territoriales, por el contrario, el ejemplo que vemos en Daniel 10 es que él ni siquiera sabía de esa pelea que se estaba librando por su oración. Sin embargo, lo que sí hizo Daniel fue orar por entendimiento de la profecía o visión que había visto.
En la Palabra tenemos lineamientos claros y explícitos para, por ejemplo, orar por liberación de opresión espiritual, por sanidades, por dirección y sabiduría, pero no tenemos lineamientos para pelear contra potestades u otros.
Es importantísimo ser parte activa en esta guerra espiritual, pero debes pelearla en el ring, con las reglas de Dios, sino puedes ser un herido de guerra innecesario.